Somos un país Champions en solidaridad y concienciación, sobre todo en tema de trasplantes o bancos de alimentos. A dar, tender la mano y pedazos de alma es difícil que nos haga alguien sombra en este continente.
Pero debemos seguir preocupados por los datos educativos que señalan a nuestros jóvenes. Educación y cultura son motores de más potencia que la turbina jamás inventada. De hecho, casi todo lo malo que pasa en el comportamiento social viene por una deficiencia en uno de estos dos ámbitos.
Centrémonos en motivar a nuestros hijos porque la formación se eleva como el futuro cuando se tiene. A la juventud, démosle alas, esperanza y recursos, que cuanto más suban las inversiones, más se bajarán las persianas en colegios mayores que nunca debieron izarse.