Hace mucho que aprendí que hay más perspectivas que verdades absolutas y una de esas posturas nos lleva a entronizar a la justicia y a lapidar a los que osan criticarla. Bueno, allá cada cual, pero si tiramos de memoria evidenciaremos que desde cualquier sensibilidad siempre se lanzaron dardos a togados concretos: famoso lo del Juez Liaño. Recurrente lo de Baltasar Garzón. Los que manejan, interpretan y aplican las leyes han de tener un refuerzo especial: preparación, experiencia, diplomacia, equilibrio, mesura… dejar en el perchero del juzgado su “yo” más personal y soterrar con la toga toda versión íntima sobre la realidad que evalúan. ¿Todos lo consiguen? Pues claro que no, por eso en un sistema garantista como el nuestro se puede y se debe criticar y denunciar lo que se considere punible. Hay periodistas y políticos indignos. Y jueces también. Sobre todo esos que alardean de tener sus propios códigos y sus propios modales… de toda la vida. Amigos, buen finde os deseo a todos.