En más de una ocasión hemos presumido de las energías verdes, de lo que el sol y el viento dejan en nuestro país. Es una realidad que estas energías son nuestro fuerte y, viendo los precios de fabricación de otras tipologías, es motivo de satisfacción que más de la mitad de nuestra producción se genere con estos recursos inagotables.
Siempre hemos presumido de dieta mediterránea. Pues ahora, hay que hacer lo propio en esta materia viendo cómo el planeta ronquea y tose por mil sitios distintos.
Ya hemos batido otra marca: los 8.000 millones de habitantes y eso que aquí no contribuimos mucho porque en esa carrera por la vida ganan los decesos a los nacimientos. La cosa de la natalidad, más fácil a los 45 que a los 25, es otra de las asignaturas pendientes.
Un estudio con participación del Instituto de Salud Global de Barcelona ha demostrado que plantar árboles en áreas de población concretas reduce la mortalidad. La ciudad probeta ha sido Portland (Oregon). La cifra de reducción de muertes ha sido significativa para los expertos: 20% menos en mortalidad no accidental y 6% menos en la cardiovascular. Cuantos más viejos eran los árboles, más grandes los porcentajes de supervivencia.