Es posible que la casquería y el morbillo nos entretenga un poco a todos, pero en ciertos límites. Creo que los españoles somos muy uniformes en los gustos y cuando nos da por algo, nos da a base de bien. ¿Se pusieron de moda los videoclubs? Uno en cada esquina. ¿Los chicos quisieron pantalones cagaos y enseñar calzoncillo? Pues todos igual de uniformados como ahora llevan el cogote degradado que no se les distingue por detrás. ¿Nos dio por el corazón? Pues venga exhibición en las teles para teñirlo todo de rosa a todas horas.
Y sí. En su momento también nos dio por pensar que el Rey Juan Carlos era el Mesías. Tras la noche del 23-F todos pensamos que con él empezaba un mundo nuevo. Democracia, convivencia y mucha campechanía. ¿Qué periodistas se enteraban de sus vaivenes y paseíllos furtivos en moto? Se tapaba. También se puso de moda esa omertá. ¿Qué salía y pimplaba y cazaba y se lo pasaba en grande de manera desmedida? Pues igual, es el jefe del estado.
Y ahora al revés, el octogenario se las lleva todas y, a veces, con una dosis extra de revanchismo. Somos así, pero podemos mejorar siempre. No juzgo, en serio, pero sí digo que siempre es bueno actuar en la vida con un poquito más de mesura.
