18 millones de españoles no ejercieron su derecho al voto el pasado domingo -están en su decisión-. Aunque suene raro, en nuestro país no es obligatorio pasar por las urnas como en algún estado latinoamericano, ese es un debate que ni se asoma, no hay hueco que tenemos muchos.
Pero quiero hablar hoy de si tenemos la suficiente cultura europea para saber dónde estamos insertados y por qué nos conviene estar implicados en la cosa de la comunidad.
No sé en qué curso, pero en su día un ilustre profesor nos explicó la diferencia entre el Consejo Europeo y la Comisión. Entre una normativa y un reglamento. Quién ejerce en Bruselas y quién en Estrasburgo. A quién elegimos por sufragio y qué cargos se reparten entre las diferentes sensibilidades políticas.
Nos suena que si la economía va horrible, te rescatan. Que si nuestros políticos se endiñan, pues median. Y que si una pandemia nos asola, comprando material sanitario juntos, hacemos más fuerza y los piratillas huyen. Con todo y con esto, las nociones son escasas. Y creo de verdad que en el sistema educativo la asignatura Europa debiera caber. Asimilando, estudiando y compartiendo bajamos esos 18 millones, seguro.