Pero mientras lloraban y protestaban porque no comprendían el clamor contra ellos por uso inmoral de esos datos, en realidad, por detrás decidían otra cosa. Cambridge Analytica no se ha destruido, se ha transformado. Ahora hay una nueva empresa que se llama Emerdata. Que se ocupa también de procesamientos de datos, hosting y actividades relacionadas. La misma actividad que ellos. Que tienen al antiguo director de datos y al mismo presidente de la matriz. Las casualidades no paran aquí, tienen hasta la misma sede social de Londres. Y todavía hay más. En la Junta Directiva de la nueva compañía están las dos hijas del multimillonario, Robert Mercer, el principal inversor de Cambridge Analyitca.
Es decir mientras niegan acusaciones y acusan a todos recurren a la muy vista estrategia de anunciar a bombo y platillo que terminan con la marca tóxica conocida por sus manipulaciones políticas. Mientras reaparecen a escondidas con el mismo negocio. La duda es si contratarán ahora prostitutas ucranianas para chantajear a candidatos políticos o inventaran historias para manipular a millones de personas en las redes sociales. Porque lo cierto es que nada peor que una vendetta política y eso lo hemos visto recientemente también aquí. Aunque hay que reconocer que al final han conseguido despertar las alarmas mundiales para proteger los datos de millones de ciudadanos, tanto en redes sociales como en otros ámbito digitales. No hay mal que por bien no venga.