Primero, cuando la RAE acepta la palabra y su adaptación al castellano. Ejemplos como tuit, tuitear o tuitero ya están en el diccionario desde hace cuatro años. Lo mismo ha pasado con chatear o emoticono.
El segundo grupo son las que acepta directamente del inglés como blog, dron, wifi o hacker. Su fácil pronunciación ha hecho que se usen tal cual. El tercero sería cuando la palabra todavía no ha sido aceptada por la RAE pero tiene una gran aceptación en los hispanohablantes. Un ejemplo sería wasapear. Todo el mundo lo entiende y muchos lo usan. Es por tanto muy probable que sea pronto aceptada.
Un cuarto grupo es el que nos diferencia por el uso que se hace según el país debido a las influencias más intensas que pueda recibir. Este sería el caso de guglear, buscar en Google, una adaptación convertida en verbo y masivamente usada en México o el Caribe que, sin embargo, tiene poco uso en España.
Y el quinto grupo es cuando nos damos cuenta de que el español tiene una fácil y bella palabra que significa lo mismo y al final se impone. Tableta por tablet.
Muchos critican la lentitud de la Academia para incorporar estas palabras derivadas de la tecnología. Pero no se dan cuenta que estos tiempos son inevitables para ver si se mantiene o al cabo de un tiempo cae en desuso.
Miren la evolución de teléfono, a teléfono móvil, a móvil, a smartphone y ahora que es un auténtico ordenador y lo que menos hacemos es hablar con él, volvemos a llamarlo teléfono. Por eso, dejemos a la RAE que siga siendo para el castellano la que limpia, fija y da esplendor.