Con eso no quiero decir ni que fuera la situación perfecta, ni que todo fuera veraz y objetivo. Pero la presencia, en la intermediación de empresas y profesionales del periodismo en las noticias, garantizaba al menos el conocer los criterios o líneas editoriales que la gente podía reconocer y también interpretar.
Ahora con internet, pero sobre todo con las redes sociales, la información fluye de manera viral, exponencial, multidireccional, instántanea y global. Y ese flujo no siempre está canalizado y puede transmitir y multiplicar todo tipo de falsedad intencionada.
Tanto Facebook como Google tomaron la decisión tras las campaña de Trump de penalizar e impedir la publicación de noticias falsas. Han puesto controles para evitarlas, pero es tal el volumen que ese control es muy complejo.
Ahora es Snapchat la que anuncia medidas para evitar las noticias y los contenidos falsos. Y esto es muy destacable porque esta red es la más usada por el público juvenil. Y se basa en la emisión de contenidos, sobre todo fotos y vídeos efímeros, porque desaparecen en un plazo máximo de 24 horas. Y además anuncia que dejará entrar a los medios también a publicar. Una forma de desenredar la red.