Pero si hablamos de censura, hablemos de China, el gran censor. Allí compañías como Google, Facebook, Twitter, Apple, You Tube o Instagram están vetadas. Hace años cuando el Partido Comunista Chino quiso imponer su censura, las grandes tecnológicas prefirieron no estar en el gigante asiático a tener limitadas sus búsquedas o contenidos.
Pero eso fue hace años. Ahora la única verdad que parece sobrevivir es la de que el dinero es el dinero. Por eso Google, Apple y Facebook están realizando subterfugios para seguir pareciendo dignas defensoras de la libertad pero a la vez no perder el inmenso mercado chino. La última denuncia ha venido esta misma semana de 187 empleados de Google, la mayoría ingenieros, que han exigido que se paralice "Dragonfly". Así se llama la versión del buscador que Google está desarrollando y que permite el control del estado chino sobre las consultas y los resultados. Sus propios empleados se suman así a las denuncias de organizaciones como Amnistía Internacional que exigen a Google que pare. Porque lo malo no es que Google consienta y lo haga, sino que se convierte en ejemplo para otras empresas y otras dictaduras que también lo pueden exigir y por lo que parece, conseguir.