Estaba intentando imaginar cómo hubiera sido el golpe del 23-F si hubiera habido redes sociales. ¿Qué hubiera pasado? Una hipótesis es que la noticia de que muchas capitanías generales no se sumaban rápidamente al golpe podría haber provocado un más rápido fracaso de la asonada. Sin embargo otra posibilidad es que la noticia de la entrada de Tejero en redes sociales con imágenes, fotos y vídeos podría haber creado la sensación en los primeros minutos que la irrupción de Tejero en el Congreso de los Diputados era un éxito y hacía sumarse a esas capitanías indecisas y el golpe triunfaba.
Menos mal que no ocurrió y la hipótesis se queda en una distopía. Pero desgraciadamente los acontecimientos que se viven ahora en Cataluña son de nuevo una amenaza al estado de derecho y a la soberanía nacional que reside en todo el pueblo español.
Y esta vez ocurre en un entorno donde las redes sociales han servido para lanzar todo tipo de mensajes y demagogia intentado justificar la violación de la Constitución y de muchas otras leyes. Asustan esos perfiles que acosan, insultan y señalan a aquellos alcaldes, concejales, profesionales e incluso famosos que han mostrado su rechazo a este referéndum ilegal. Pero no quiero olvidarme de todos esos ciudadanos que lo sufren en silencio en su trabajo, en su barrio, en su colegio. Y en las redes. Esas redes que permiten a los cobardes esconderse en perfiles anónimos o en una masa agresora y acosadora.
Sin embargo las redes también sirven para transmitir informaciones rigurosas y datos que desmontan todo este andamiaje de argumentos falsos que los Assange de turno están difundiendo. Aunque sea una evidencia, el ruido suena siempre más. Por eso si navega estos días por redes busque fuentes fiables y rigurosas; huya del insulto y de la respuesta en caliente.