Pues bien, esta misma semana el Comité Ejecutivo de Telefónica ha aprobado sus cinco principios éticos en Inteligencia Artificial. Un hecho que convierte a Telefónica en una las primeras compañías del mundo en hacerlo y que lanza un mensaje claro: la tecnología tiene que provocar un impacto positivo en la sociedad.
El primero de los cinco puntos aprobados nos habla de la necesidad de aplicaciones de una Inteligencia Artificial justa. Sin discriminaciones por cuestiones de raza, etnia, religión, género, orientación sexual, discapacidad o cualquier otra condición personal.
El segundo, es que sea siempre transparente y explicable, que los usuarios sepan que datos suyos se usan y para qué. El tercero es que la Inteligencia Artificial debe estar al servicio de la sociedad y generar beneficios tangibles para las personas, cuyos derechos humanos no pueden verse vulnerados.
El cuarto es el respeto y cumplimiento de las leyes sobre protección de datos personales, incluido cuando se usan de forma anónima y agregada. Y el quinto y último es extender estos principios también a los procesos y datos de sus proveedores.
Recordaba Álvarez Pallete, presidente de Telefónica, que hay redoblar esfuerzos para luchar contra malos usos o efectos indeseados como han sido la creación o difusión de noticias falsas, la adicción a la tecnología y el posible refuerzo del sesgo social en los algoritmos en general.
La tecnología nos permite hacer las cosas mejor, más rápidas y más baratas. Pero además tiene que ser humana. Tiene que ser un avance, pero sin dejar a nadie atrás. Eso sí será un gran paso.