Por Francisco Sierra

Minuto tecnológico: Los datos de cinco millones de catalanes

Estamos en la era del Big Data. Los datos son el nuevo petróleo de la economía digital. El nuevo oro que sirve para personalizar las ventas y las ofertas. Por eso son en sí mismos muy valiosos. Y su uso está muy regulado en la Unión Europea que tiene un especial cuidado en protegerlos. Hay muchas directivas que impiden que los datos sean usados de manera individual y mucho menos sin conocimiento y autorización previa del usuario.

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Madrid |

Bruselas está muy sensible con esta legislación que protege la intimidad de los ciudadanos y que los gigantes tecnológicos como Google, Twitter, Amazon o Facebook no tienen interiorizado.

Pero también hay un lado oscuro en Internet donde tramas delictivas negocian con millones de datos para operaciones fraudulentas de todo tipo. Son cibermafias con un alto conocimiento tecnológico y que usan la red para delinquir.

Pues bien, en este escenario estos días hemos asistido a una de las mayores locuras o descuidos de los últimos años. La Generalitat de Puigdemont, ha dejado al acceso de los hackers toda la información personal de los cinco millones de catalanes que tienen derecho al voto. De todo el censo electoral.

Son tan graves las ilegalidades efectuadas por la Generalitat en las últimas semanas y sobre todo desde el referéndum ilegal que puede que esta no haya sido suficientemente valorada. En su intento por publicar webs donde se conocieran los colegios electoral donde votar en el referéndum ilegal, creó numerosas webs espejo intentado evitar que el gobierno se las cerrara. En este proceso replicó también la base de datos que incluye algunos tan sensibles y delicados como nombre, las últimas cinco cifras del DNI, la letra del NIF, la fecha de nacimiento y el código postal. Casi nada. Porque lo hizo con un cifrado tan simple que atacado de manera masiva ha podido ser descifrado. Y esos datos cruzados con otras bases de datos ya existentes con nombres, direcciones, números de teléfono e incluso números de cuentas bancarias podrían facilitar un uso fraudulento e incluso una suplantación de identidad.

Una locura en medio de un océano de ilegalidades y mentiras que están poniendo en riesgo la democracia, el estado de derecho y también la propia seguridad digital de cinco millones de catalanes.