Soros avisaba que el problema es que las redes sociales explotan la sociedad, porque engañan a sus usuarios al manipular su atención y dirigirla hacia sus intereses comerciales. Y lo comparaba con los casinos y sus técnicas para enganchar a los jugadores diciendo que las redes hacen lo mismo, especialmente con los adolescentes.
Según Soros tienen además el peligrosísimo poder de moldear a la gente e inducirla a que renuncien a su autonomía. Afirma que llevan a perder la libertad de pensamiento y que esa gente puede ser manipulada más fácilmente. Por eso, avisa del peligro que supondría en un futuro una alianza entre estados no democráticos como Rusia o China con estos monopolios tecnológicos. Algo que para Soros, produciría una red tan totalitaria que ni Aldous Huxley o George Orwell podrían haber imaginado nunca. Las empresas niegan estas acusaciones y afirman que los usuarios tienen herramientas para evitar el mal uso de sus datos y redes.
Y no es sólo Soros. Son cada vez más las voces que hablan de los riesgos del efecto burbuja que genera en los usuarios. Los algoritmos sólo publican y nos hacen llegar aquello con lo que estamos de acuerdo con lo que entramos en un bucle peligroso, en el que nada de fuera, nada crítico, nada con otra opinión, nos llega. Y por lo tanto nada nos hace dudar. Y si no dudamos la pregunta es ¿existimos? La solución está en ser rigurosos en buscar medios de comunicación de calidad y plurales. Y esos todavía existen.