Ese enorme grado de influencia y seguimiento no se refleja, sin embargo, en sus resultados económicos. El ejercicio pasado ha perdido 425 millones de dólares en un año dramático para ellos. Su venta se frustró dos veces. Ni AOL ni Disney lo vieron claro y se echaron atrás en su intención de comprar. Twitter tuvo que despedir a casi el 10% de su plantilla y tuvo que vender también Fabric, su joya de la corona, la empresa que le hacía sus aplicaciones. Y para colmo se la compró Google.
Un negro panorama que contrasta con el histórico trimestre del resto de grandes tecnológicas norteamericanas. Alphabet, la antigua Google, cerró 2016 con un incremento del 20% en los beneficios que se elevaron por encima de los 18.000 millones de euro.
Y qué decir de Facebook. Asusta. Tiene ya 1.900 millones de usuarios, es decir, sería el país más poblado del mundo. Casi un tercio de la humanidad tiene perfil en Facebook. El año pasado ganó más 9.500 millones de euros y además con el 60% sus ingresos generados ya por los anuncios en móvil.
No son los únicos, Apple sigue siendo la líder arrasa con su ventas del iPhone 7, y Microsoft sigue fuerte también. Hasta Amazon cuadruplicó el año pasado sus beneficios.
¿Qué le ocurre entonces a Twitter? Ni Trump con sus tuits ha conseguido que aumenten muchos los usuarios, ni que entre en beneficios.
Y eso, eso sí que es un señor muro.