Leí esta semana que Google factura más que todos los diarios del mundo juntos, y Facebook más que todas las radios del mundo juntas. Pues bien, en Facebook están grandes marcas, pequeñas empresas, medios de comunicación, organizaciones y asociaciones de todo tipo que publicaban, y también en muchos casos pagaban, por aparecer en los muros de los usuarios. Y no solo publicidad, también noticias aparecían en todos esos muros, hasta el punto de que en Estados Unidos el 67% de la población se informa a través de Facebook. Algo peligroso cuando cualquier medio sin reparos puede publicar noticias falsas y contenidos manipulados.
El poder de influencia es tal que puede hasta favorecer una elección como pasó con Donald Trump. Pues bien, ahora el fundador y dueño, Mark Zuckerberg, anuncia que quiere recuperar el espíritu original de la red y que va a primar el contenido procedente de amigos y familiares. Y en paralelo reducir el de marcas, negocios y también medios, algo que rompe el modelo de negocio de todas aquellas empresas que basaron su estrategia en esta red social. Y de Zuckerberg que priorizará las noticias más compartidas y comentadas, pero son justamente las noticias virales y con titulares escandalosos las que generan más conversación, más que las noticias serias y rigurosas. También dice que serán los usuarios los que valorarán los medios de confianza, algo que puede ser también muy delicado. Un ejemplo, desde la CNN explicaban que pese a la calidad de sus informaciones son conscientes de que el 40% de la población norteamericana les odia.
¿Se les va a considerar un medio de calidad? El resultado de estas medias puede ser contrario al que buscan. Las redes se han convertido en el refugio de francotiradores de odio y de manipuladores planificados, y al final las redes nos pueden enredar aún más la vida.