El lunes ocho de julio dos malagueños se preparaban para afrontar este desafío sin precedentes. Escoltados por dos lanchas y un barco de apoyo inician su travesía en el puerto de Málaga, pero cuatro horas más tarde uno de ellos tiene que abandonar, Carlos Toro.
Ángel Medina siguió con la aventura y navegó en mar abierto, sin escalas, sin relevos, sin parar y después de recorrer 235 kilómetros en 19 horas alcanzó su meta, el puerto de Melilla.
Sufrió el año pasado una grave lesión en el hombro. Los doctores le dijeron que no iba a poder volver a practicar un deporte de este tipo y cuando se encontraba en rehabilitación pensó que si era capaz de volver a hacer deporte, tenía que regresar a lo grande y se le ocurrió esta aventura,: "era una rebeldía contra el paso del tiempo", nos ha dicho Ángel.
La mayor dificultad del trayecto es la distancia, el tiempo y la cantidad de mercantes que cruzan ese mar constantemente. Tuvieron un cruce con uno de ellos que les preocupó bastante ya que alteraron el rumbo durante 20 minutos para dejarle pasar, pero en vez de eso el mercante cada vez se acercaba más.
Finalmente llegaron a Melilla a las cuatro de la mañana pensando que no iba a recibirles nadie hasta que empezaron a ver coches y a escuchar los gritos de la gente,:"Fue muy emocionante", comenta Medina.
Lo único que le falta a este deportista es que Guinness reconozca el récord. Han presentado toda la información y los papeles para ello.