A mediados del mes de marzo, las fronteras de media Europa y de parte de América comenzaron a cerrarse a los españoles porque nuestro país era el segundo del mundo con mayor número de contagios. Era fácil comprender que otros gobiernos quisieran proteger a su población.
Ahora, se espera del nuestro que haga lo mismo, que de un paso adelante para establecer controles particularmente estrictos para viajeros procedentes o con destino en las zonas de más riesgo. Hablamos de Barajas o de la operación Paso del Estrecho. En uno y otro caso, el Gobierno no se decide a tomar la iniciativa. Cerrar las fronteras al exterior no. Otra cosa es volver al estado de alarma que nos corte las alas en el interior. Ahí ya nos ha dicho Calvo que no les temblará la mano.