Pedro Sánchez promete 800.000 puestos de trabajo de nuevo. Hay que prometer que es gratis porque vienen tiempos difíciles para el ejecutivo.
Primero unas elecciones en Madrid en las que Sánchez, ninguneando a su candidato, ha entrado de lleno. Y segundo, porque toca mandar a Bruselas el plan de reformas para recibir ayudas.
Así que el gobierno se apresura a decir que no va a ceder ni un ápice en reforma laboral, fiscal o de pensiones. Impostado golpe en la mesa porque estamos en esa campaña madrileña y porque ante unas hipotéticas generales, el electorado del PSOE le perdonaría a Sánchez muchas cosas pero no que trague ante Bruselas, como hizo Zapatero.