Pablo Casado se despide del Congreso y Sánchez le promete que no habrá adelanto electoral. Sesión digna de cómo se hace la política en España. El agónico líder de la oposición habla de bipartidismo, de centro y de pacto y Sánchez le recuerda dos años de improperios.
Era el día de Casado y Sánchez le hurta el titular vendiendo como favor que no adelantará las elecciones cuando en realidad no lo hace porque tener dos años para gastar miles de millones es demasiado goloso.
Prueba de que no hay tregua es que sí va a convocar el debate del estado de la nación cuando antes y eso que llevábamos siete años sin edición alguna. Los compañeros populares que hoy desuellan a Casado después de jalearle durante meses, le han aplaudido tibiamente.
Sólo dos le han acompañado en su salida. Todos los que desde la crítica feroz le consideraban blando o aliado de la ultraderecha, hoy se duelen con Casado. El oportunismo habitual por estos lares.