Comienza la tramitación en el Congreso de la ley de amnistía. Una norma infame hecha a medida del socio fugado de Sánchez y que convierte a España en el único país democrático occidental en el que no todos somos iguales ante la ley.
Si usted delinque pero es independentista, pelillos a la mar. Primero nos contaron que era por el bien de España, luego admitieron que era hacer de la necesidad virtud y ahora ya sin disimulo lo mezclan todo: confunden el partido con el Gobierno, las instituciones con la militancia.
La portavocía del Gobierno de todos se la dan a la que todavía es portavoz del PSOE. Y después de cercenar todas las bases del Estado para que Puigdemont esté contento resulta que el forajido no lo está porque Sánchez no da la batalla de las lenguas en Europa. Suma y sigue.