El Supremo acusa al fiscal general del Estado de destrucción de pruebas. Bien lo decía Don Quijote. Cosas veredes amigo Sancho. Y en España no paramos de superarnos a nosotros mismos.
Vivimos tantas tropelías que a veces caemos en el acorchamiento y pareciera que nada nos sorprende. Pero lo de hoy no tiene parangón. Que aquel que tiene el mandato legal de velar por el respeto de las instituciones y de los derechos fundamentales se afane en pulverizar evidencias es de una gravedad capaz de dejar en segundo lugar la declaración de una empresaria que confirma ante el juez que llevaba bolsas con dinero a la sede del PSOE.
Y de darle el tercer puesto en relevancia a la maniobra del Ejecutivo para perdonar la deuda a los que se gastaban en operaciones independentistas ilegales lo que no tenían y que el resto paguemos a escote esa fiesta. Un no parar oiga.

