Queda una semana para el primer aniversario del 7 de octubre. El fatídico día en el que la organización terrorista Hamás decidió atentar de forma sanguinaria contra Israel asesinando y secuestrando a sus ciudadanos, algunos de los cuales siguen desaparecidos.
Los 365 días pasados desde entonces le han servido a Netanyahu para escudarse en el principio del legítimo derecho de defensa y aprovechar para arrasar a los enemigos históricos. A Hamás, a Hezbolá y hoy de paso bombardeos en la capital siria, en Damasco.
Y en este camino de sangre, escombros y muerte los israelíes se han llevado por delante la vida de miles de civiles cuyo delito era estar cerca de objetivos terroristas. Unos y otros tienen como rehenes a la población de Oriente Próximo a la que no le queda más que confiar en que el próximo misil de uno u otro lado no le caiga encima.