El ministro de Cultura, Ernest Urtasun, acaba unilateralmente con el Premio Nacional de Tauromaquia. Ni debate, ni consultas, ni nada. Ordeno y mando. Este Gobierno, que se tiene por el único defensor de la democracia y que lleva toda la semana clamando para protegerla, toma una decisión autócrata a las primeras de cambio.
No estamos hablando del fondo. Habrá partidarios y detractores de la lidia. Y cada uno defenderá muy legítimamente su opinión. De lo que estamos hablando es de la manera de proceder.
El ministro Urtasun acaba por las buenas con un galardón que, por cierto, instituyó en el año 2011 el Gobierno de Rodríguez Zapatero. Al final, las maneras delatan lo que se quiere esconder con verborrea.