Erase un país en el que el Fiscal General del Estado ordena por whatsapp a sus subordinados que aireen la privacidad judicial de un particular. Y da semejante mandato porque ese particular es el novio de una presidenta autonómica muy incómoda para el gobierno.
Y el Fiscal General (de quien depende la fiscalía?) cree que haciendo públicos esos datos también se daña la imagen de esa política popular fastidiosa para Moncloa.
Erase un país en el que el Gobierno, por boca de un ministro al que le gusta la palabra basura, abrió una guerra con el presidente argentino al que llamo drogadicto. Los improperios de ida y vuelta subieron hasta que uno y otro no se querían ni ver.
Y vuelve a mediar la presidenta autonómica irritante para el gobierno y defiende que ella sí le va a recibir porque a Madrid no le ha hecho nada. Y esa presidenta engorrosa va y se apunta hoy otra victoria: el Supremo archiva otra denuncia contra Ayuso por las muertes en las residencias durante el Covid.