Salvador Illa negaba ayer a cinco comunidades más competencias para ordenar confinamientos a pesar de los datos disparados de contagios por Covid. Su doble condición de ministro y candidato socialista a las elecciones catalanas envenena esa decisión.
Porque es difícil abstraerse a la posibilidad de que en su negativa pesen más las consecuencias que en su imagen como candidato pudiera tener el ordenar confinamientos que cualquier otra circunstancia.
Y si caemos en la tentación de darle vueltas a esa teoría, es lógico que a sanitarios saturados, enfermos en UCIS y ciudadanos que no están viviendo las fiestas por encima de sus posibilidades, se le amargue el desayuno, la comida y la cena.