Hubo un tiempo en el que las tomas de posesión de los ministros era un acto protocolario en el que se despedía al saliente y se daba la enhorabuena al entrante deseándole lo mejor. Y se acabó. Pero eso era cuando la política en España era cosa de viejos y fachas.
La nueva política consiste, por ejemplo, en ajustar cuentas. Irene Montero ha deseado a su sucesora que no la dejen tan sola como las han dejado a ella y a Belarra. Solas y huérfanas de poder por Pedro Sánchez nos ha echado a las dos por cumplir.
Pedro presentado como un hombre sin escrúpulos por los que antes besaban por donde pisaba. Como ahora hace Puigdemont, el rehabilitado por la amnistía. Un fugado de la justicia cuyo caso se eleva al Supremo.
El juez García Castellón pide que le investiguen por sus conexiones con Tsunami Democràtic. Ha tomado nota el Supremo que hoy estaba ocupado en otro asunto. En tumbar el nombramiento de la ex ministra Dolores Delgado como fiscal de sala.