José Luis Escrivá, ministro de Seguridad Social, lo ha vuelto a hacer. Soltar una perla sobre el futuro de las pensiones y después matizar.
En enero, que si habría que computar 35 años para la jubilación. Rectificó. En julio, que los baby boomers eligieran entre cobrar menos pensión o trabajar más. Horas después justificó que no había tenido su mejor día. Ayer, que nos planteemos trabajar hasta los 75.
Hoy, que él no ha querido decir eso. Si en la última remodelación del Gobierno, el presidente no ha prescindido de él cabe pensar que Escrivá no es un charlatán. Es el ariete de los planes del gobierno.