Henri Parot ha pasado 31 años en prisión. Ni ocho meses por cada una de las 39 personas que asesinó, incluidos los niños de la Casa cuartel de Zaragoza.
No se le conoce arrepentimiento pero a un colectivo dirigido por un ex consejero de Justicia, de Justicia, le parece que esos 31 años son una cadena perpetua encubierta que debería terminar y así lo van a expresar en la calle.
Algo estamos haciendo mal si la compasión es con el asesino y no con la víctima, si la ley aún permite resquicios aprovechados para beneficiar al verdugo, si el dolor de 39 familias rotas aún deja impasible a una parte, por muy pequeña que sea, de nuestra sociedad.