Que para recibir dinero de Europa haya claúsulas es lo lógico y habitual. Que países como España que han presumido de cuentas y que han utilizado a diestro y siniestro los llamados viernes sociales sean miradas con recelo, se puede comprender. Que Pedro Sánchez ha hecho suyo el cuento de la lechera también.
Pero que Holanda, como máximo exponente de los frugales quiera convertirse en gobierno comunitario sin serlo, es ser el vecino abusón.