Sería una anécdota de no ser porque nos invade la sensación asfixiante y continua de que el Gobierno no tiene un plan claro y diseñado, de que decide sobre la marcha y aprueba medidas con los dedos cruzados a ver si funcionan.
El Ejecutivo no escucha a nadie. Ni a las comunidades autónomas ni a la oposición ni a nadie y gobierna a golpe de ventoleras y de consignas.
Pero si se les critica por no tener un plan, por ejemplo para la Hostelería, contestan con la soberbia de la vicepresidenta Teresa Ribera: "pues que no abran".
Este ejecutivo es el que tendrá que sacarnos de una crisis que en el primer trimestre del año ha devorado el 5% de la riqueza de nuestro país.
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