Las manifestaciones del 8M están siendo el paradigma del desastre que ha sido la gestión de la pandemia en España. Decisiones incoherentes o contradictorias una detrás de otra.
En el gobierno hay dos criterios sobre si se deben permitir o no las concentraciones... el de la ministra de Sanidad (no ha lugar) el de la de Igualdad (atribuye la prohibición a la engrasada maquinaria antifeminista). Los delegados del gobierno de Sánchez campan a sus anchas... prohíben manifestaciones donde los bares están abiertos y permiten las concentraciones donde tienen a la hostelería sin poder hacer caja desde hace meses.
Las que quieren salir y no pueden se quejan de agravios comparativos... mientras VOX les anima a que se manifiesten, si, pero en coche como ellos. Pena que una vez más el debate sobre qué papel y qué futuro debe tener la mitad de la población del planeta, quede opacada por el sectarismo.