Las empresas toman sus decisiones libremente, pero no cabe duda de que cuando vienen mal dadas y hay que elegir, siempre es más sencillo permanecer donde te lo han puesto fácil que donde la inseguridad es la norma, donde no sabes si la legislación laboral se va a derogar de un día para otro.
Que la alcaldesa de Barcelona se manifestara a las puertas de la sede de la empresa japonesa hace sólo una semana, o que una de sus más estrechas colaboradoras se alegrara por un hipotético cierre porque eso permitiría impulsar la bicicleta, da cuenta del nivel.
Si a esto le unimos que en enero, Pedro Sánchez dijo que el empleo estaba asegurado en Nissan, ¿qué podía salir mal?
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