Primer día laborable después de un estado de alarma de 14 meses en España. Bien está que haya acabado puesto que conferir a un gobierno poder casi universal sobre el país, ciudadanos y empresas es una anomalía democrática, justificable en un primer momento por el Covid , pero que podía haberse evitado con una ley de pandemias que el Gobierno no ha querido elaborar.
Sabe de sobra el Ejecutivo que las imágenes de este fin de semana nos abocan, como ya vimos en la primera ola, a un repunte de los contagios. Presionar al Supremo o a las CCAA para que se arreglen, aún sabiendo que los criterios no son unánimes y que el dictamen del Supremo para unificar llevará un tiempo que no tenemos, no es ejercer la responsabilidad de gobernar. Es, simplemente, quitarse de en medio.