El 1 de mayo de 1981 se produjo la primera víctima mortal debido al síndrome tóxico o enfermedad del aceite de colza, aunque eso entonces no se sabía. Decían que era una neumonía de tipo atípica, que podía ser la enfermedad del legionario o legionela. A la muerte del niño de ocho años Jaime Vaquero el 1 de mayo de 1981, rápidamente le siguieron un sinfín de casos que pusieron en jaque a los servicios sanitarios de la Comunidad de Madrid. Mientras, la epidemia se extendía también por Castilla La Mancha y, sobre todo, Castilla y León. Fueron días de caos y desconcierto, en los que se sucedían las muertes y los ingresos por una misteriosa enfermedad de la que todavía no se sabía nada. Lo recordamos en La Cápsula del Tiempo de Por fin no es lunes con Andrés Moraleda.
Tuvo que pasar un mes y medio para que se determinara la causa de aquella enfermedad. Era junio de 1981, y los casos ya se contaban por miles. Gracias al trabajo de los médicos del Hospital Niño Jesús, se determinó que la causa de la enfermedad fue la intoxicación por el consumo de aceite de colza y no “un bichito que se cae al suelo y se mata”, como llegó a afirmar el por entonces ministro de Sanidad de la UCD, Jesús Sancho Rof. La falta de escrúpulos de los empresarios que comercializaron el aceite de colza y la falta de control por parte de las autoridades sanitarias provocaron un envenenamiento masivo que se cobró la vida de más de 3000 personas y dejó más de 25.000 afectados.
Es importante recordar que el aceite de colza, como tal, no es perjudicial para la salud. Es más, en países como Alemania o Francia su consumo es habitual, pero el aceite de colza que ocasionó esta epidemia estaba mezclado con sustancias que sí eran tóxicas. Concretamente la ‘anilina’, un químico decolorante que se utilizaba para dar un aspecto más natural al aceite de colza desnaturalizado, que era mucho más barato que el aceite de oliva, pero que no estaba destinado para el consumo humano. Pues bien, este aceite adulterado se comercializaba de manera fraudulenta y clandestina en algunos barrios y municipios humildes de España.
El proceso judicial del aceite de colza y el olvido de las víctimas
Los afectados por el síndrome tóxico tuvieron que esperar 8 años, hasta 1989 para ver las primeras condenas judiciales, pero las condenas fueron menos duras que lo que pedía la fiscalía. En 1992, la justicia endureció las penas, aunque los condenados se declararon insolventes. Y en 1997, el Estado fue declarado responsable civil subsidiario del envenenamiento por supuestas negligencias de sus funcionarios, y fue obligado a restituir el total de las indemnizaciones. Indemnizaciones que, en muchos casos, tardaron más de 20 años en llegar a los afectados.
Hay que recordar que en España todavía hay muchos afectados que, 40 años después del primer caso de síndrome tóxico, siguen luchando por no caer en el olvido y obtener el reconocimiento que se merecen. Terminamos esta Cápsula del Tiempo recordándolos gracias a Carmen Cortés, portavoz de la asociación de afectados por la colza, 'Seguimos viviendo', que además ha vivido en primera persona la enfermedad, que contrajo con tan solo 15 años.