A vueltas todavía con el contrato de mascarillas por el que hermano de Isabel Díaz Ayuso habría cobrado una comisión, esta semana hemos conocido que dos empresarios habrían hecho lo propio en los contratos que firmaron con el Ayuntamiento de Madrid, supuestamente “aprovechando su amistad con un familiar del alcalde”, José Luis Martínez Almeida. Paralelamente, tras una querella presentada por VOX, una jueza está investigando a altos cargos del Gobierno por contratos tramitados por la vía de urgencia durante la peor época de la pandemia. Ya veremos en qué queda todo esto, y si algún día alguien hace una película sobre estos contratos. Una película que imagina Andrés Moraleda en Fuera de Guion de Por fin no es lunes.
Una película en la que los comisionistas podrían ser como los traficantes de armas que hacen su agosto en tiempo de guerra. Traficantes como los que intentaban cazar en la serie ‘El inocente’ o como el que interpretó Nicolas Cage en ‘El señor de la guerra’ (Andrew Niccol, 2005). Emprendedores sin moral que esgrimen aquello de “es el mercado, amigo”, mientras cobran dinero público. Por eso hay que diferenciarlos de otros chanchulleros, no menos reprobables, como eran la pandilla protagonista de ‘El Imperio del Sol’ (Steven Spielberg, 1987).
En esta película, ambientada en la segunda Guerra Chino-Japonesa, un niño británico (Christian Bale) se pierde en Shanghai mientras intenta escapar con su familia. Entonces le acogen unos rateros que se dedican a desvalijar las casas de los que huían de la guerra y le enseñan al crío a ser como ellos: unos 'aprovechateguis' de la miseria. Y es que como dicen en la excelente 'Plan Oculto' (Spike Lee, 2006), “cuando hay sangre en las calles, compra propiedades”.