Las bandas y la violencia juvenil son un tema delicado, con el que no hay que frivolizar, pero que recuerda a películas de bandas como "West Side Story", "Warriors" o "La ley de la calle". El pasado Jueves Santo, una treintena de menores agredió a un peatón en el barrio de San Martín, en Vitoria. La mayoría de los agresores iban vestidos de negro y blanco, un uniforme de "guerra" que recuerda al que llevaban los protagonistas de "La naranja mecánica".
Aunque los chavales que hoy forman parte de bandas juveniles no hayan visto la película, la iconografía de esta ha trascendido la pantalla hasta el punto de que se han llegado a imitar, no solo en disfraces de Halloween, las formas e indumentaria de los Drugos capitaneados por el personaje de Alex (Malcolm McDowell). Y es que la película, que es una especie de tratado sobre la violencia, está basada en el libro homónimo de Anthony Burgess, que lo escribió como respuesta a la violación grupal que sufrió su mujer durante la Segunda Guerra Mundial a manos de unos marines estadounidenses.
"La naranja mecánica" es una película tan magnética como brutal. Un prodigio técnico y narrativo de Stanley Kubrik que te atrapa visualmente, pero que provoca tanto al espectador que, tras su estreno en Estados Unidos en 1971, el director decidió retirarla de los cines debido a la controversia que generó y las amenazas que recibió, a pesar de las buenas críticas. En el Reino Unido se estrenó un año después, en el 72, pero fue inmediatamente prohibida. No se volvió a estrenar allí hasta el año 2000. En muchos países fue calificada como película X y en otros, directamente, ni siquiera se permitió su exhibición. Uno de ellos fue España.
¿Cómo iba a permitir el franquismo el estreno de "La naranja mecánica", una película prohibida en el Reino Unido, que encima dirigía Stanley Kubrick, ese depravado que había dirigido "Lolita" o "Senderos de gloria", que también habían sido censuradas por el régimen? En 1975, con Franco todavía vivo, "La naranja mecánica" se estrenó en España. Pero no en la capital Madrid o en la aperturista Barcelona. Lo hizo, un 24 de abril de 1975 en la Semana Internacional de Cine Religioso y de Valores Humanos de Valladolid. ¿Cómo pudo ocurrir eso? Lo hablamos con Carmelo Romero y Fernando Herrero, que participaron en la organización de aquel festival.
