E-S-T-U-P-I-D-E-Z. Estupidez. Torpeza notable en comprender las cosas. Pues todos ahora mismo, por denominador común. No entendemos nada o nos hemos vuelto muy torpes para querer entender lo que no tiene explicación. El estúpido padece egoísmo intelectual. El estúpido es tos y fanfarrón. El estúpido tiene tantas cualidades como quiera atribuirse.
Año 2014. Según Hawking, "el desarrollo de una completa inteligencia artificial podría traducirse en el fin de la raza humana". Pero quienes niegan esta idea aseguran que es exagerada y que lo que realmente debería preocuparnos, más que de la inteligencia artificial, es de la "estupidez artificial".
El estúpido crónico siempre es artificial, porque nada tiene de auténtico, el estúpido se obstina. Es inepto a la hora de jerarquizar prioridades. Como sugería Nietzsche, la estupidez más común consiste en olvidar nuestro propósito.
Pero, ¿qué se entiende por estupidez artificial? Se refiere a las "manías" que han ido adquiriendo los algoritmos. Manías que le han copiado a los humanos, que sí son más estúpidos por segundo que el algoritmo en cuestión. Los fallos que usan algoritmos en sus decisiones están definitivamente cambiándole la vida a las personas y generalmente usan los jueces está sesgado y tiende a aconsejar con mayor frecuencia la libertad de blancos por encima de los negros sin consideración a otras variables.
En una mezcla de miedo y fascinación, resulta que la estupidez encuentra su tiovivo de colores. Sube y baja de incongruencias lícitas e ilícitas. La pena es que la estupidez no sobrevivirá. Nos extinguiremos gracias a ella, pero ella será el arca de la nueva generación que habite el planeta tierra. Pues nadie, ningún ser de este universo podrá escapar a la tentación. Dicen que la estupidez es peor que la maldad, nunca antes la buena voluntad fue tan hija de malahierba. Y puestos a remediar, la estupidez se evapora con un buen baño de vapores de modestia.