P-S-E-U-D-O. Pseudo. Pseudo significa falso. El diccionario es contundente: breve, sentencioso, oportuno, pseudo-científico... entonces, falsamente científico. Pseudo-ciencia no lo recoge, ni el diccionario ni un rastrillo de siete puntas. Del grecolatino, etimológicamente es falsa ciencia, lo que se presenta de forma científica y fáctico, pero que es incompatible con el método científico. Pues ya está.
Se me arruga el hocico al pensar que resultará incompatible con el método humano: el método correcto, Sabinolotodo, la rectitud de su conjunto, Jaime. Pues oiga, mire, sí, que para un rato hemos venido a esta vida como para hacerle caso a unos cuantos que saben cómo sobrevivirla. Que no somos sofistas y estamos de olas peor que la jurado que solo contaba una en muchos estribillos.
¿Cuántas hay? Las que quiera. Casi todas, como las teorías de la conspiración que hay para todos los gustos. Les voy a vender hielo en el Ártico, arena en el desierto y, con la redecilla de la abuelita, les voy a deshacer el moño de la superstición ¿Quién fue? Fue el filósofo austriaco Karl Popper Pues Popper el que se empapó del problema de la demarcación. ¿Esto de la demarcación tan temprano? Pues sí.
Como objeto de encontrar un criterio para distinguir entre ciencia empírica y pseudo-ciencia, Popper llegó a la conclusión de que las teorías científicas no son falsables -los ecos de Michael Gordon también son geniales-. "Nadie en la historia del mundo", decía, "se ha auto-identificado como pseudo-científico". No hay persona que se despierte por la mañana y se piense a sí mismo: 'me dirigiré hoy a mi pseudo-laboratorio y realizaré algunos pseudo-experimentos para tratar de confirmar mis pseudo-teorías con pseudo-factores'. Es un rollo.
Sin embargo, la pseudo-ciencia confunde al público sobre la naturaleza de la teoría evolutiva y cómo se desarrolla la ciencia, pero ¿y si...? Cuán alto, Sabino. Así comienza la ecuación de la superstición, en cualquier condicional conjugado.