El Ministerio para la Transición Ecológica y Reto Demográfico (MITECO) ha confirmado lo que casi todos los españoles llevamos viendo desde hace tiempo cuando miramos al cielo: La situación del conjunto de España es moderadamente seca y esto podría acentuarse en el futuro. ¿Estamos ante una nueva sequía histórica en nuestro país? Andrés Moraleda recuerda en la Cápsula del Tiempo de Por fin no es lunes las sequías más importantes de nuestra historia.
Desde el Ministerio se muestran optimistas y dicen que, según el sistema de indicadores, no se diagnostica todavía un problema de sequía de forma generalizada. Pero no podemos olvidarnos que este mes de enero ha sido el segundo más seco del siglo XXI y el séptimo desde que hay registros. Y sí, los primeros meses del año en España suelen ser secos, pero esta primavera se prevé menos lluviosa de lo habitual según la Agencia Estatal de Meteorología (AEMET). Por eso muchos nos preguntamos si nos encaminamos a la que podría ser la octava sequía histórica en España.
La sequía meteorológica, la escasez de lluvia continuada, es un fenómeno recurrente en el clima de España. Desde que hay registros, desde 1961, se han producido siete periodos importantes de sequía en nuestro país. A saber: De 1975 a 1976, de 1982 a 1984, de 1987 a 1988, del 2000 al 2001, del 2005 al 2007 y del 2017 al 2018. Pero quizás la más importante por sus consecuencias sociales, económicas y políticas, fue una que duró casi 6 años entre 1991 y 1997.
La sequía que llegó a plantear la evacuación de Sevilla
La sequía de 1991 a 1997 provocó que en muchas ciudades españolas (sobre todo del centro y sur oeste) tuvieran que racionar el agua a corriente e incluso se llegó a recurrir al agua de los ríos para su uso doméstico. Tan mala era la situación en ciudades como Sevilla que incluso se llegó a proponer la evacuación de la ciudad.
Esta sequía, la que se produjo en la primera mitad de los 90 en la mayor parte de España, fue el detonante para la creación del Plan Hidrológico Nacional, aprobado en 2001. Un plan que contempla un sistema de indicadores de sequías, planes especiales y de emergencia y cuya medida más notoria fue el polémico trasvase del Ebro, que nunca se llegó a producir y todavía hoy sigue siendo objeto de confrontación política.
A 31 de enero de 2022, los embalses españoles estaban a un 44,8% de su capacidad total, un 24,61% por debajo de la media de los últimos 10 años. Son cifras parecidas a las de las grandes sequías. Los embalses solo han tenido menos agua que ahora en siete ocasiones desde que hay registros. Por eso, y si la primavera no nos trae precipitaciones abundantes, no es descabellado decir que nos podemos encaminar a nuestra octava sequía histórica. Un fenómeno meteorológico que según las proyecciones del Panel de Expertos de Cambio Climático de la ONU será cada vez más frecuente. Y es que en 2100 se estima que habrá entre un 15 y un 20% menos de precipitaciones en la cuenca mediterránea.