Las eléctricas no se han tomado demasiado bien el anuncio del plan de choque del Gobierno para abaratar el recibo eléctrico. Una de las reacciones más ostensibles ha sido la del Foro Nuclear, patronal del sector, que ha anunciado el “cese de la actividad si el proyecto de ley sale adelante”. Esto supondría suprimir de golpe cerca del 20% de la energía total de España. Y es que la nuclear es la primera fuente de generación de energía de nuestro país, pero su popularidad es baja. ¿Siempre ha sido así? Porque hubo un tiempo en el que nuestro país puso en marcha un ambicioso plan nuclear y no solo para producir energía. Un plan llamado Proyecto Islero que recordamos en la Cápsula del Tiempo de Por fin no es lunes con Andrés Moraleda.
En 1955 España firmó un acuerdo de cooperación nuclear con Estados Unidos llamado ‘Átomos para la Paz’, que tres años después se tradujo en la inauguración del Centro de Energía Nuclear Juan Vigón en Madrid. Oficialmente, el régimen de Francisco Franco dijo que la energía generada en ese centro serviría para la medicina, la agricultura y la industria, pero había algo más. Y es que España estaba un tanto tensa con Marruecos desde su independencia en 1956, así que algunos altos mandos militares, como Luis Carrero Blanco, pensaron que una bomba atómica podía ser un elemento disuasorio importante y una manera tener peso internacional.
Así, en 1963, le encargaron esta importante misión al catedrático de Física Nuclear y comandante del Ejército del Aire, Guillermo Velarde (fallecido en 2018). Velarde había estudiado física nuclear en Estados Unidos y se puso al frente de un proyecto secreto que tenía dos objetivos: construir la bomba atómica y un reactor nuclear. La empresa era complicada y además debía llevarse a cabo sin alertar a la comunidad internacional, pero todo dio un giro crucial en 1966.
El accidente de Palomares fue clave para el Proyecto Islero
Mientras Manuel Fraga se bañaba con el embajador americano en Palomares, Guillermo Velarde recogía material de las cuatro bombas termonucleares que transportaba el bombardero B-52 que se estrelló en el accidente. Un material de oro para dar el empujón definitivo que necesitaba el Proyecto Islero pues los ingenieros españoles descubrieron entonces el sistema que los norteamericanos utilizaban para crear sus armas de destrucción masiva.
Velarde le presentó los avances a Franco, pero este no estaba convencido de poder seguir manteniendo el Proyecto Islero en secreto. Así que pospuso indefinidamente el desarrollo físico de la bomba, pero no se paralizaron las investigaciones. Y así, en 1968, España no firmó el Tratado de No Proliferación Nuclear y se produjeron los primeros gramos de plutonio de uso militar ‘made in Spain'.
Del asesinato de Carrero Blanco al abandono de la bomba atómica española
A principios de los 70 el régimen se vino muy arriba con el Proyecto Islero. Tanto que se empezó a pensar en la producción (discretamente) de plutonio en la central de Vandellós (Tarragona), e incluso se eligió un lugar para las primeras pruebas nucleares: el desierto del Sahara. Tan en serio iba la cosa que la CIA llegó a escribir informes en los que describía a España como “el único país europeo que merece atención como posible proliferador” de armamento nuclear.
Y en estas que Carrero Blanco es elegido Presidente del Gobierno en 1973, dispuesto a culminar el proyecto de la bomba atómica española. Tanto es así que el 19 de diciembre del 73 se reunió con el Secretario de Estado norteamericano Henry Kissinger y le presentó un informe que resumía el Proyecto Islero. Un día después una bomba acababa con su vida.
Las muertes de Carrero Blanco y, dos años después, de Franco, no acabaron con la idea de una bomba atómica española, pero el plan se fue desgastando poco a poco hasta que, finalmente, en 1987, España firmaba el Tratado de No Proliferación Nuclear. Concluía así el Proyecto Islero, proyecto que fue bautizado así por Guillermo Velarde en recuerdo del toro que mató a Manolete porque “presentía que terminaría matándole a disgustos”.