Hoy en Carretera Secundaria en lugar de andar por el asfalto nadamos entre las olas. Porque recorrer el mundo, surcando los mares, y hacerlo prácticamente gratis es posible. No es ciencia ficción. Solo hay que saltar de velero en velero. Es algo parecido a hacer autostop o viajar a dedo, como se ha hecho toda la vida. Solo hay que irse a puerto y enrolarse como “marinero”. Es lo que se conoce como “barcostop” o “bla bla car de los barcos”. No hace falta experiencia, ni tampoco conocimientos. Porque a navegar se aprende navegando. Lo único que se necesita es espíritu aventurero.
Un espíritu aventurero como el que tiene nuestra siguiente invitada, Cynthia Rodríguez. Ella y su pareja dejaron sus trabajos y su casa de Barcelona en diciembre de 2019. Estaban cansadas de la vida que llevaban. Así que decidieron romper con la rutina y empezar de cero. Compraron sus billetes con destino a Chile y sin fecha de retorno. Era enero de 2020. Y lo que en principio iba a ser un viaje de un año se convirtió en una travesía de tres.Descubrieron el barcostop y no pararon de utilizarlo durante todo su viaje por América, incluido el cruce del Atlántico para regresar a casa. Pero les supo a poco. Y, de nuevo, se enrolaron en un barco hasta Islandia, donde se encuentran en estos momentos.
Para ellas, el barcostop se ha convertido en una forma de vida. El barco se transforma en tu casa a cambio de compartir gastos o hacer ciertas tareas: comida, limpieza, organización, mantenimiento..., asegura. Ellas trabajan a bordo a cambio de un camarote. Lo único más complicado de la travesía es la convivencia, especialmente, la falta de intimidad. Por lo demás, solo hay que echarle ganas y querer aprender. ¿Te apuntas a este viaje?