Un domingo más en Por fin no es lunes nos echamos a la Carretera Secundaria con Eva García para viajar por los pueblos de España. Hoy nuestro destino se encuentra en la localidad onubense de Palos de la Frontera. Desde hace más de 500 años sus vecinos sufren las consecuencias de un error histórico. Una equivocación que cometieron los grandes cronistas de la época al escribir que el descubrimiento de América comenzó un 3 de agosto de 1492 en el puerto de Palos de Moguer. Una localidad que nunca existió.
Los cronistas, Francisco López de Gómara y Gonzalo Fernández de Oviedo, introdujeron en sus obras la denominación errónea, uniendo los municipios de Palos y Moguer en uno solo. Los cronistas nunca visitaron estas localidades y escribieron de oídas a través de referencias o de terceros.
El desatino se fue extendiendo como la pólvora gracias a la popularidad de sus obras. Ni Cristóbal Colón ni los Reyes Católicos cometieron jamás tal gazapo, pero los escritos en los que se hacía referencia a las villas de Palos e Moguer pudieron llevar a la confusión. Esa “e” pudo interpretarse como “de” dando lugar a esta localidad ficticia.
Propagación de un error
El error saltó a las páginas de enciclopedias y libros de texto del siglo XX. Aún hay estudiantes de aquella época que recuerdan aquella equivocación. La confusión ha llegado hasta nuestros días en el nombre de calles y barrios. Ciudades como Sevilla, Salamanca o Madrid pusieron Palos de Moguer a sus calles contribuyendo a esta inexactitud.
El caso más llamativo es el de Madrid. Bautizó a una de sus calles con el nombre de Palos de Moguer. Lo mismo hizo con uno de sus barrios y con una estación de metro. En 1979 cambió el nombre de la calle por el de Palos de la Frontera y en 1986 hizo lo propio con la parada de metro. Pero el barrio de Arganzuela quedaba pendiente. Hasta que hace unos días el Ayuntamiento de Madrid puso en marcha la iniciativa para cambiar el nombre. ¿Lo conseguirá?