Un domingo más en Por fin no es lunes cogemos nuestra Carretera Secundaria con Eva García para descubrir los pueblos de España. Hoy calentamos motores porque nos espera un viaje apasionante. Una aventura que podemos hacer en coche, en moto, en autocaravana o en cualquier vehículo que tenga ruedas, porque aquí lo importante es quemar gasolina y echar kilómetros para descubrir una ruta que bien podría recordarnos a la histórica Ruta 66.
No tiene 4.000 kilómetros. Ni atraviesa ocho estados. Tampoco tiene cien años de historia. Pero sí fue una de las principales arterias de nuestro país. Durante décadas, la Nacional VI fue la carretera de referencia para aquellos que viajaban entre Galicia y Madrid. 600 kilómetros de asfalto, 3 comunidades autónomas, 8 provincias y 70 pueblos. Muchos de ellos, hoy pertenecen a la España Vaciada. La vieja Nacional VI fue durante años un hervidero de coches. Pero con la creación de la A-6, la Autovía del Noroeste, todo cambió. Algunos de sus tramos desaparecieron y otros tantos pasaron a un segundo plano, quedando en el olvido y el abandono. Pero ¿qué fue de sus gasolineras? ¿Qué pasó con aquellos legendarios moteles? ¿Acaso echaron el cierre sus bares de carretera?
Hoy un gallego se ha propuesto dar una segunda vida a esta vieja carretera. Al más puro estilo americano de la Ruta 66, ha creado un proyecto de turismo slow, donde la única meta es la propia carretera. Desde Madrid a la Coruña. Desde el kilómetro O hasta el faro romano más antiguo del mundo, la Torre de Hércules, con el Océano Atlántico de fondo. Una auténtica road trip que poco tendrá que envidiar a la Main Street de América.
Xosé Ramón Novoa es el impulsor de la Ruta de la Nacional VI. Este amante de la carretera nos cuenta cuáles son los encantos de esta ruta. Un trayecto repleto de bodegas, hoteles de carretera, viejas gasolineras, museos, miradores y hasta un restaurante Estrella Michelin. Xosé Ramón dice que hay muchos lugares pegados a la carretera y también cerca de ella, a unos 15-30 minutos, dando un pequeño rodeo, que son auténticas joyas que no nos podemos perder.
En esta aventura se podrán ir chequeando los lugares por los que pasamos, dando lugar a convertirnos en el Rey de las comidas o en el Rey de los museos. La idea es transformar este viaje en un juego en el que los familiares o amigos se vayan picando y se vayan poniendo medallas. ¿Te apuntas a esta aventura?
