Se trata de un proyecto que comenzará sólo con unos 40 medicamentos y que si tiene éxito, se extenderá a otros y finalmente hará desaparecer los prospectos.
"Esta noticia abre muchas vías, ventajas e inconvenientes. Entre ellos, la llamada brecha digital. Las personas mayores tienen, en muchos casos, grandes dificultades para acceder a esta clase de tecnologías", afirma.
No obstante, afirma que el proyecto contempla la posibilidad de que las farmacias puedan dar impresos esos prospectos a determinados pacientes.
"Entre las ventajas: beneficia al medioambiente y es un procedimiento más rápido que el actual. El digital permite, por ejemplo, que la actualización del contenido o su traducción a distintos idiomas sea más rápida que en el formato físico en papel", cuenta.
Nos comenta también que se está trabajando en el desarrollo de un estándar común para este tipo de información, para conseguir que los prospectos tengan un lenguaje electrónico común e interoperable en Europa.
Para que nos hagamos una idea, por ejemplo, es obligatorio que el nombre de los medicamentos esté impreso en envase en alfabeto Braille pero están reguladas también otras cuestiones como la traducción de algunas palabras (término grave, 'severe' hace referencia a extenso no a intenso).