El primer pecado capital de nuestra lengua, según Judith González, es la avaricia usando el plural cuando no toca, como sucede con el verbo haber. La gula también esta presente en nuestra lengua con las *almóndigas y las *cocretas, pecado mortal contra el Diccionario.
La colaboradora de Por Fin No Es Lunes asegura que la envidia está en todas partes, también en nuestras palabras. Esos a ver que quieren ser como los haber o esos vaya que quieren ser como la valla. La pereza se la llevan todas esas pronunciaciones que relajamos y que descuidamos: esos comío, servío, ponío, enviao... Y la soberbia la ha dedicado a quienes por un lado, no tienen ni idea de lengua y, al mismo tiempo, ni falta que les hace aprender nada.