Entre las expresiones que ha traído se encuentra "telita la trabajera". El Diccionario no recoge telita, porque los diminutivos regulares no suelen figurar, aunque sí que está el uso coloquial de la palabra tela como equivalente a ‘asunto o materia’. «Tienen tela para un buen rato» es el ejemplo de la RAE. "Trabajera" es una de esas palabras que a ella le encantan porque ya le da, dice, idea de la fatiga que supone. Trabajo es ‘ocupación’, ‘una actividad’ o ‘tarea’, pero con "trabajera" ya es como arrastrar los pies.
Nuestra lengua está llena de expresiones que no podemos traducir literalmente, que no podemos llevarnos palabra por palabra a otros idiomas. Porque si lo hacemos no vamos a conseguir trasladar el sentido de lo que queremos decir. Según dice, no es igual tener que traducir "Mi nombre es Judith", oración que efectivamente podemos llevarnos a otro idioma de forma casi literal, palabra por palabra, que tener que traducir esa expresión que decimos a veces cuando vemos que alguien está empanado, embobado y con la mirada perdida, y le decimos “te has quedado como las vacas mirando al tren”. Si ahí traducimos palabra por palabra, no nos llevamos el sentido de lo que queremos decir a la otra lengua. Tendríamos que buscar otro refrán o expresión que aporte esa misma idea en la otra lengua y emplearlo.
Otra expresión que ha comentado Judith es “cascar de tó quisqui”. El verbo ya tiene el uso coloquial de cascar, como equivalente de charlar. Luego tenemos el sustantivo "quisqui", que decimos hoy muchas veces con algo de sorna, porque es viejuno ya… Y tenemos también en esa expresión un acortamiento fonético, el "tó" tónico, fuerte, que abrevia a todo.
Cuando escribimos, tendemos a escribir todas las letras (salvo a veces en mensajería instantánea), pero no siempre somos conscientes de todas las letras y las sílabas que nos comemos cuando hablamos… Aquí hay varios fenómenos interesantes, uno es este tipo de acortamientos como el "tó" por todo, en el cae la sílaba final de palabra, similar es "ná" por nada.
Otro caso que nos cuenta es que a veces no se pierde la sílaba entera, sino solo una letra, la consonante, el caso típico de los participios, los famosos "comío" por comido, "sabío" por sabido. Y, a veces, perdemos letras porque fusionamos el final de una palabra con el inicio de la siguiente: "palante" o "patrás" por para adelante o para atrás. Aquí, como la primera palabra para acaba en a y las siguientes, adelante o atrás, comienzan también por a, pues unimos las dos palabras con una sola a intermedia, y hacemos una sinalefa.
Lo normal es que todos estos usos se consideren entre vulgares y coloquiales. Obviamente, en un registro cuidado, cuidadoso con la dicción, deberíamos reponer todas estas sílabas y letras y pronunciar las palabras plenas. Pero siendo esto cierto, es cierto también que son fenómenos que se pueden encontrar en el registro oral de prácticamente de la totalidad de los hablantes. Incluso el mejor presentador de las noticas, el mejor locutor de radio, cuando esté relajado, cuando esté en un contexto familiar y despreocupado, tenderá a relajar la pronunciación y a emplear algún acortamiento similar.
Además, hay muchas expresiones en el genio popular de nuestro idioma que precisamente explotan este tipo de acortamientos, de recursos. Es una forma condensada de transmitir toda la información que se necesita. Hay una expresión en nuestra lengua que a mí me parece que es de las más brillantes del habla en español y en la que se ve precisamente esto. Habréis oído a algún andaluz decir “no ni ná”, "¿Vas a la feria? "No ni ná".
Son solo tres sílabas, como "pa qué más". Tres palabras y las tres negativas, para cuidado, afirmar rotundamente algo. Es brillante. Yo me quito el sombrero. Vendría a ser algo como "¿Vas a ir a la feria? No me la perdería por nada del mundo, ni aunque llueva o truene, nada me impedirá ir". O sea, "no ni ná". Claro, si estás de intérprete en un bar, a ver cómo traduces tú todo eso con agilidad.
Traduce tú, "manque pierda" o "miarma". Traduce otro sustantivo glorioso de nuestra lengua, traduce "guantá". Que según la escuchas ya te está picando, es como "trabajera", de esas palabras visuales del español. Tenemos un idioma que no me extraña que tenga hasta secciones en la radio.
Sin olvidarse Judith de las cientos de expresiones que hay con la palabra huevo como "y un huevo de pato viudo", que menuda productividad tiene en español. Otra curiosa que se escucha a veces cuando alguien pierde mucho peso es que se “está quedando como el espíritu de la golosina”. Puede ser que este caso venga porque se entiende que una golosina es agradable al gusto, pero no alimenta… de ahí que, sin alimento, uno parezca flaco y desnutrido.
Siempre dice Judith que las lenguas son para hablarse. Para quitarles sílabas y letras a las palabras y para volvérselas a poner, para jugar, para ser expresivos y geniales, para hacer que los demás suelten una carcajada tremenda en la barra del bar y también para dar noticias serias en los boletines informativos. Lo bonito es que la lengua en ese acordeón que se abre y se repliega según las necesidades de cada contexto y lo bonito es sobre todo esos hablantes que tienen tan buen dominio de su idioma que saben cuándo y dónde corresponde emplear cada recurso.