¿Cuántas veces hemos oído hablar de que el anticiclón de las Azores nos va a traer tiempo estable? Cada vez que vemos el tiempo en la tele o en la radio. Pues bien ahora un equipo de la Institución Oceanográfica Woods en EEUU ha descubierto que algo le está pasando. Se está haciendo cada vez más grande. Pero, ¿qué es exactamente el anticiclón de las azores y qué consecuencias tiene para nosotros?
El anticiclón de las Azores es el guardián de las borrascas del océano. Es como un portero. Cuando el anticiclón de las Azores está en el Atlántico, deja pasar a todas las borrascas y sus frentes fríos asociados, que se cuelan en la península cargados de agua del océano. Cuando sube, los frena. Que es justo lo que pasa en estas fechas de verano. No es normal que llueva en la mayor parte de Iberia justo porque el anticiclón sube en latitud, se nos aproxima y a veces se planta en medio de la península. O sea, que ese anticiclón, que convenimos que se forma a la altura de las islas Azores, es uno de los grandes responsables del clima y del tiempo de Portugal y España.
¿Un anticiclón siempre va asociado a tiempo soleado y cálido? En verano, sí. En invierno, no exactamente. Los anticiclones pueden dejarnos una atmósfera superestable, pero, por ello mismo, muy fría en capas bajas, o sea, a la altura de donde vivimos los humanos. Típicamente, los días esos de invierno en que se tira mucho tiempo sin llover, como en 2021 y el arranque de 2022. A veces, incluso, hace más frío a ras de suelo que un poco más alto. Más frío en las vegas que en la montaña. A eso lo llamamos inversión térmica. Así que, no. No siempre hace calor con los anticiclones, más al contrario. Porque al dejar despejado el cielo de nubes, el calor se escapa. Es como si quitásemos la tapadera de una olla. O, más exactamente, de un invernadero. Lo que sí nos trae normalmente el anticiclón es sol.
¿Qué consecuencias tiene que se haga más grande el anticiclón de las Azores?
Primero, una "A" más grande en los mapas del tiempo. Bueno, la letra A que pintan Brasero o Zubiaurre en las pantallas de la tele tendrá el mismo tamaño, pero las isobaras, que son las líneas finas que marcan su influencia, se expanden mucho más. Y eso bloquea a las borrascas y frentes que traen lluvias atlánticas. Lo que ha visto ahora un equipo de la Institución Oceanográfica Woods (EE.UU.) es que el anticiclón de las Azores está cambiando, creciendo y ampliando su influencia, sobre todo en invierno, cuando está más abajo. Nunca había sido tan amplio como ahora, al menos en los últimos 1.200 años. Y eso amenaza con desecar media península.
Los veranos cálidos y secos y los inviernos fríos y húmedos hacen que las lluvias invernales sean vitales para la salud ecológica y económica de la península, según explican los autores de este trabajo, publicado en Nature Geoscience. Iberia recibe un promedio de 732 mm al año de lluvia. Aproximadamente el 40% precipita durante los meses de invierno. Imagina lo que es pegar un mordisco a esta cifra porque el anticiclón se te plante aquí cerca. Durante la segunda mitad del siglo XX se ha registrado en la península una fuerte sequía anual de 5 a 10 mm por década. A esto tendríamos que sumar una caída adicional del 10% al 20% en las lluvias invernales esperadas para finales del siglo XXI. A juicio de esta investigación, firmada por Caroline Ummenhofer, el cambio en el anticiclón de las Azores está detrás de este riesgo de sequía.
¿Por qué cuando la Tierra está más lejos del Sol hace más calor?
El pasado 4 de julio, la Tierra se encontró a su máxima distancia del Sol. El afelio. Ocurre cada verano. Y sin embargo, estamos arrancando una nueva ola de calor. Y es que que estemos cerca o lejos del Sol es casi indiferente para que suba o baje la temperatura de la Tierra. Lo que marca las estaciones es la inclinación con que nos llegan los rayos de nuestra estrella. En verano es más directa. En invierno, oblicua. La distancia marcaría una diferencia mínima de calor en superficie. La diferencia entre afelio y perihelio es de poco más del 3%. Es como si estuviéramos a 10 metros de una hoguera en invierno y en verano nos alejásemos 30 centímetros. No podemos notar la diferencia térmica.