¿Cómo era la vida antes del azúcar? ¿Cómo endulzábamos los alimentos? ¿Desde cuándo es costumbre servir dulces al final de la comida? América Valenzuela nos cuenta en Divulga que algo queda de “Por fin no es lunes” que la miel se utiliza para endulzar, desde que el sapiens es sapiens. Recolectábamos miel desde hace más de 10.000 años. Hay documentos en forma de pinturas rupestres que lo acreditan. Se encuentran en las Cuevas de la Araña cerca del río Escalona en Bicorp, en Valencia.
Otro de los grandes edulcorantes típicos antes de la supremacía del azúcar son los dátiles. La palmera datilera es originaria del norte de África y se extendió por Oriente a gran velocidad hace 7.000 años. Los usaban los egipcios, en la Antigua Grecia. A España llegaron con los fenicios.
Otra manera de edulcorar antes de la llegada del azúcar fue la algarroba. Se ha usado sobre todo en la cuenca mediterránea, que es donde crece. El fruto es una vaina y la pulpa del fruto es bastante dulce. Se usaba fresca y también en forma de harina. Se utilizaba para hacer pan o bollos. La algarroba durante mucho tiempo ha estado vinculada con la pobreza. Era un alimento para salir del paso durante la posguerra en España.
¿Desde cuándo se sirven dulces al final de la comida?
Empezaron a servirse a mediados del siglo XVII y lo hicieron porque cambiaron los conocimientos sobre nutrición. Hicieron una nueva clasificación de los alimentos y en vez de asociarlos a los 4 elementos aristotélicos los asociaron a otros. Entonces el azúcar, que ya no era tan ideal, dejó de echarse en todo y pasó a servirse solo al final de las comidas.
En el siglo XVIII el consumo era de 4 kilos por año y habitante. Hoy ronda los 70 kilos. Las consecuencias son epidémicas. Un tercio de la población mundial es obesa o con sobrepeso y 360 millones sufren diabetes tipo 2.
¿Por qué es tan importante que los perros se sacudan después de bañarse?
Es crucial porque de ello puede depender su supervivencia. Los científicos dicen que un perrode 30 kilos mojado con medio litro de agua, si esperara a secarse solo, perdería el 20% de la energía que ha obtenido comiendo durante un día. La fuerza con la que los animales tienen que acelerar las gotas para desprenderse de ellas está directamente relacionada con el tamaño del animal. Así, por ejemplo, un perro labrador hace unas 4 sacudidas por segundo, pero un chihuahua necesitará más.