NO SE PUEDE NEGAR QUE

A los insectos les vuelve locos la luz, pero no van hacia ella

¿Llevamos siglos preguntándonos equivocadamente por qué los bichos van a la luz? Un equipo de biólogos ha grabado cientos de vuelos de insectos alrededor de bombillas. Y ha llegado a la conclusión de que a los insectos les vuelven locos la luz, pero no van hacia ella.

ondacero.es

Madrid |

Aunque no lo podamos creer, los insectos no van a la luz.En Por fin no es lunes nuestro divulgador científico Mario Viciosa nos cuenta que un equipo de biólogos que se ha dedicado a grabar cientos de vuelos de insectos alrededor de bombillas ha llegado a la conclusión de que a los insectos les vuelve locos la luz, pero no van hacia ella.

Samuel Fabian, del Imperial College de Londres, ya nos adelantó en su trabajo en la selva de Costa Rica que los bichos no van exactamente hacia la luz, aunque se sienten irremediablemente atraídos por ella. Lo que hacen es acercarse a los puntos iluminados pero porque creen que están volando en línea recta. Y la luz no es más que una referencia. Pero es una referencia equivocada. Los insectos ven el tímido resplandor del cielo, y ellos saben, tras millones de años de evolución, que el cielo es lo que está arriba. Toman el cielo como referencia. Pero confunden las bombillas con el cielo. O, lo que es lo mismo, confunden la bombilla con lo que siempre está arriba.

Tanto Samuel Fabian como Yash Sondhi (Universidad Internacional de Florida, UFI, EE.UU.) se fueron a Costa Rica. Por la noche, en el bosque neblinoso de Monteverde, encendieron una luz y esperaron. Enseguida, insectos grandes y pequeños descendieron de la oscuridad. Todos comenzaron su danza hipnótica alrededor de la bombilla. Lo que los bichos no sabían es que estaban participando en un enorme gran hermano bichil. Instalaron cámaras ultrarrápidas para tener imágenes superlentas, de esas que te dejan ver el preciso aleteo de una polilla o una libélula. Al revisar las grabaciones, se dieron cuenta de que los insectos no vuelan hacia la luz, sino que siempre tratan de darle la espalda.

Los insectos se estaban creyendo que la bombilla era el cielo. Ellos sólo trataban de volar en línea recta. Pero al percibir la luz, automáticamente le dan la espalda. En un vuelo rápido, enseguida la luz no quedará en la espalda, así que corrigen su movimiento. Y, otra vez, en seguida, la luz deja de quedar a la espalda, porque está muy cerca. Y otra vez, a girar. Y girar. Y girar. Quedan atrapadas en plena desorientación. En la selva, el cielo no se mueve, porque en perspectiva, está muy lejos. Pero una bombilla cercana, sí, en su perspectiva. Se vuelven locos los bichos.