¿Sabías que hay hembras de animales que, sin ser fecundadas, pueden tener descendencia por sí solas? Mario Viciosa nos cuenta en Divulga que algo queda el caso de una ratona que lo ha conseguido. Con ayuda humana y sin necesidad de inseminación alguna. ¿Cómo es posible?
Cuando hablamos de criaturas que nacen sin la intervención de un padre usamos el término 'partenogénesis'. Y esto es algo que usan a veces hembras de reptiles cuando están en cautividad, en ausencia de machos de su especie. Espontáneamente, se quedan preñadas por la vía asexual. Y esto tiende a dar lugar a clones. Porque madre y descendencia tendrán los mismos genes. No hay material genético alguno que se pueda mezclar, que es la gran ventaja adaptativa de la reproducción sexual. La diferenciación viene muy bien cuando vienen mal dadas. Por ejemplo, ante una epidemia a la que sólo algunos individuos con unos genes les afecta.
Para entender el caso de la ratona nos desplazamos hasta el hospital Renji de Shanghái. En enero de 2021, el investigador Yanchang Wei estaba trabajando en su laboratorio de ratoncitos, en una operación complejísima. Editar genéticamente a unos óvulos de roedora. El ADN no son más que letras con las que se escriben las palabras o genes para que los seres vivos se reproduzcan, sigan creciendo de manera correcta. Si cambias una letra, tienes una mutación. Eso quien juega al Wordle lo sabe bien. En eso consiste el cortapega genético que llamamos CRISPR. Hay técnicas de edición genética que nos permiten cambiar una letra por otra.
En este caso, Yanchang más que cambiar letras de sitio, les dio forma. Como cuando ponemos alguna en negrita o cursiva. Sólo con eso, consiguió que los óvulos se comportasen como si estuvieran fecundados. Y así arrancó una maquinaria de replicación de la vida: el óvulo pasó de ser una sola célula a un blastocisto de 140 células. Ese embrión empezó a crecer in vitro y luego se implantó. Ese y otros 191 embriones, porque los ensayos no se hacen con una sola opción, que lo normal es que salga mal. Se implantaron en otras tantas ratonas. Y, como suele ocurrir en estos casos, prácticamente ningún embarazo llegó a término. Sólo una lo consiguió.
Así nació una ratoncita sana. Esto es importante, porque los científicos tenían que ver si la descendencia era fértil y podía parir, a su vez, nuevas crías. En este caso la ratona hija tuvo crías sin ningún problema, pasados unos meses. Y justo ahora, gracias a ello, han podido estos científicos chinos publicar sus resultados en la revista PNAS. La ratona protagonista de esta historia, que sepamos no tiene nombre, ha sido abuela y acaba de salir en los papeles.
¿Por qué algunas personas no podemos evitar encadenar estornudos?
Seguramente, porque tengamos un umbral de los nervios de la nariz muy sensible a los más mínimos cambios. Con alergia o rinitis, a menudo hay irritación de esos nervios sensoriales. Se activa más fácilmente el reflejo del estornudo. Puede detonarlo desde un cambio de temperatura a incluso olores fuertes. El cerebro no regula ni “cuenta” los estornudos, ya que los estornudos son impulsados por un reflejo neuronal y muscular involuntario.